Solemnidad de Pentecostés, Ciclo A
Juan 20, 19-23
Todos hemos visto en alguna ocasión la escena de un coche averiado: dentro está el conductor y detrás una o dos personas empujando fatigosamente el vehículo, intentando inútilmente darle la velocidad necesaria para que arranque. Se detienen, se secan el sudor, vuelven a empujar… Y de repente, un ruido, el motor se pone en marcha, el coche avanza y los que lo empujaban se yerguen con un suspiro de alivio. Es una imagen de lo que ocurre en la vida cristiana. Se camina a fuerza de impulsos, con fatiga, sin grandes progresos. ¡Y pensar que tenemos a disposición un motor potentísimo («¡el poder de lo alto!») que espera sólo que se le ponga en marcha…! La fiesta de Pentecostés debería ayudarnos a descubrir este motor y cómo ponerlo en movimiento.
El relato de Hechos de los Apóstoles comienza diciendo: «Al llegar el día de Pentecostés,…
Autor: Raniero Cantalamessa, OFM Cap

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