Recientemente comentábamos en un grupo de amigos que, con frecuencia, muchas bodas civiles son frías, secas, formales. Me refiero principalmente, aunque no solo, a su realización, en el juzgado o en el Ayuntamiento.
Es, a fin de cuentas, un mero trámite administrativo, como la firma de un contrato de teléfono con tal operadora o la compraventa de una finca en la notaría; un contrato civil entre dos personas, asumido como un trámite necesario para garantizar otras cosas, como puede ser un permiso laboral en ciertas circunstancias o una herencia. Así lo reconocen muchos de los casados solo civilmente.
El derecho positivo, o sea «creado» por el hombre, no puede llegar al fondo del matrimonio. Se queda paseando por la punta de este iceberg.
Y quizás deba ser así, porque creo que el derecho positivo nunca podrá llegar a las profundidades del corazón. Se queda en el aspecto…
Autor: José Francisco Vaquero
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