La Conferencia Episcopal de Bolivia ha expresado su dolor y conmoción ante el asesinato del sacerdote Wilberth Daza Rodas (1979), oriundo de la ciudad de Macharetí. Los hechos tuvieron lugar la noche del Sábado Santo tras la Vigilia Pascual, cuando el sacerdote de 44 años de edad fue golpeado brutalmente en la cabeza por uno o varios agresores que llamaron a la parroquia.
Tras el ataque, su cuerpo fue arrastrado a los servicios, donde se desangró. Según declaraciones de la Fiscalía de Santa Cruz, falleció tras recibir 17 golpes en la cabeza.
«Nuestra Iglesia está en duelo y consternada por los hechos acaecidos. Pedimos que se realice una investigación clara y precisa lo antes posible y que llegue hasta el esclarecimiento de los terribles hechos”, expresó la Conferencia Episcopal boliviana tras el asesinato.
“Frente a la cultura de violencia que se ve en crecida en Bolivia, instamos a todo el pueblo boliviano a comprometerse y trabajar por una cultura de paz donde todos podamos vivir en fraternidad”, añade el comunicado.
El exalcalde de Macharetí, Eduviges Chambaye, detalló que el sacerdote visitaba a su familia esporádicamente debido a las labores pastorales que desempeñaba en Cochabamba, Trinidad y Santa Cruz.
Los obispos de Bolivia expresaron su “cercanía, solidaridad y oraciones” para con la familia Daza Rodas: “Que la luz de Jesucristo Resucitado brille en nuestros corazones y en nuestro mundo donde hay tanta oscuridad, sufrimiento y muerte. Dios con la resurrección de su Hijo nos dice que el mal y la muerte no tienen la última palabra”.
También enviaron sus condolencias el arzobispo de Santa Cruz, mons. Sergio Gualberti; el obispo emérito, mons. Braulio Sáez; los obispos auxiliares y la comunidad diocesana.
El agresor, identificado: «Conocía la iglesia»
Según informó El Correo del Sur, el coronel Erick Holguín, comandante de la Fuerza Especial de Lucha contra la Violencia de Santa Cruz, uno de los posibles autores de los hechos ya ha sido identificado, si bien no ha revelado más detalles sobre la investigación.
A nivel nacional, las autoridades emitieron una alerta migratoria en puntos fronterizos con Santa Cruz y el ministro de Gobierno, Eduardo del Castillo, señaló algunos detalles sobre el perfil del agresor identificado: “Una persona que constantemente visitaba este centro religioso, que tenía conocimiento del funcionamiento de la Iglesia católica, un drogodependiente que ya ha sido identificado”.
El padre de la víctima, Hipólito Daza, informó al diario que las pistas sobre el autor del asesinato podrían llevar a un joven que era aspirante a ingresar a la orden de los franciscanos, a la que pertenecía el sacerdote.
“Esto (el crimen) ha sido planificado, porque conocían donde el hermano Wilberth guardaba el dinero, porque han visto la oportunidad de que se quedaba solo (…) esto ha sido planificado, no creo que haya sido una sola persona”, mencionaron familiares del fallecido.
Una multitud de fieles siguió el traslado del difunto sacerdote a la iglesia donde tuvo lugar la misa de exequias, presidida por el arzobispo Mons. Sergio Gualberti.
La despedida de una multitud
Tras el traslado de los restos mortales de Daza a su ciudad natal de Macheratí, este lunes tuvo lugar una misa de exequias presidida por el arzobispo Mons. Sergio Gualberti y concelebrada por mons. Antonio Reimann, Monseñor Estanislao Dowlaszewicz y varios sacerdotes.
Una gran multitud de fieles acompañó el traslado del difunto y asistieron a la Santa Misa con fotos e imágenes del mismo. Este martes tendrá lugar una nueva misa.
Wilberth nació el 26 de septiembre de 1979. El padre Leónidas Román le conoció en 2001 en un grupo de aspirantes a religiosos franciscanos y fueron compañeros durante el postulantado. “Nos hemos conocido porque teníamos un bonito grupo. En 2003 nos tocó venir a Sucre en la etapa de noviciado en la casa del convento de Santa Ana de La Recoleta”, recordó.
En Sucre debieron decidirse por la opción para ser sacerdote o hermano y Daza optó por la última. Después fue enviado a estudiar Ciencias Religiosas en el convento de San Francisco de Santa Cruz durante dos años. Uno de sus maestros fue el entonces sacerdote Aurelio Pesoa, ahora presidente de la Conferencia Episcopal Boliviana (CEB).