El pasado domingo hemos celebrado litúrgicamente el día de la Santísima Trinidad, que atesora el misterio de ser un solo Dios y tres Personas Divinas. Para todos sus hijos -los bautizados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo- debería ser siempre una celebración de la infinita grandeza de Dios, y, en consecuencia, se debería responder siempre con la correspondiente magnitud de amor, adoración y gratitud.
San Pablo nos lo recuerda en la segunda lectura de este pasado Domingo de la Santísima Trinidad: “Los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios. Habéis recibido, no un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar ¡Abba, Padre! Ese espíritu y nuestro espíritu dan un testimonio concorde: que somos hijos de Dios; y, si somos hijos, también herederos de Dios y…
Autor: Marta Pérez-Cameselle
5 maneras de oír lo que Dios te está diciendo
Dios siempre nos habla en diferentes momentos y de diferentes maneras. Esa es la premisa básica del libro Discernimiento del difunto Henri Nouwen, sacerdote católico romano, autor de 39 libros y…
La cultura es el camino de la Nueva Evangelización
El objetivo del Papa San Juan Pablo II de involucrar a la cultura en la Nueva Evangelización fue la construcción de una civilización del amor como fuente de libertad y…
¿Sabes lo que sucede durante la celebración de la misa?
Te presentamos una selección de videos y contenido para que puedas conocer qué pasa mientras asistimos a misa, las cosas que suceden y que no podemos ver con nuestros ojos, pero que no por… seguir leyendo



















