Estamos en los primeros días de un nuevo año. En ese tiempo en el cual prevalecen los buenos deseos, los rectos propósitos y esa pueril ilusión que cada nuevo ciclo logra despertar en nosotros. Y, a pesar de que presentimos que este año traerá considerables retos, nos atrevemos a formular una serie de proyectos con la esperanza de alcanzar aquello que todos deseamos, la felicidad.
Desafortunadamente, nuestra narcisista sociedad confunde la felicidad con el desarrollo personal, el éxito y el reconocimiento social, conceptos que, en el mejor de los casos, solo ofrecen una alegría pasajera y superficial. Sin embargo, hemos llegado a creer, de tanto escucharlo, que somos los dueños absolutos de nuestro destino, capaces de lograr todo lo que nos propongamos seriamente. No obstante, sabemos que el hombre, aun el mejor dotado, es limitado y vulnerable a innumerables factores que…
Autor: Angélica Barragán
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