Autor: Enrique García-Máiquez
Borja Díez de Rivera me ha avisado con tiempo. Quiere que yo dé, en una cena dentro de veinte días, un breve brindis sobre la amistad. Mis dotes de improvisador se ve que las conoce. Intentaré escabullirme, pero, por si acaso, me he puesto compulsivamente a hacer cuadros sinópticos.
Desde adolescente barrunté que entre la amistad y el amor hay una rivalidad tácita, que a veces aflora. Ahora he descubierto que el sabio Claudio Guillén usó esa tensión como guía para aproximarse a la literatura occidental.
Los clásicos eran partidarios acérrimos de los amigos, y minusvaloraban el amor. A la cabeza, Aristóteles, que dijo que una vida sin amistad no merece ser vivida. Los medievales, siempre tan caros a mi corazón, apostaron por el amor. Dante lo hace vía de la salvación del alma, culminando la estela abierta por los poetas provenzales y por los relatos del ciclo artúrico, donde el amor…

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