Traigo a colación esta pequeña joya por varias razones. La primera es el ejemplo de un editor, Alex del Rosal, que constantemente está reinventándose. De muchos es conocido el activismo católico publicístico de Alex. Una pasión que le ha llevado a dedicarse a las más diversas empresas culturales que nos imaginemos. Serían varios los ejemplos de autores de éxito hoy que fueron descubiertos por el fino olfato, incluso pecuniario, de quien también prestó los servicios a la Iglesia en el área de la comunicación.
Ahora se lanza a una nueva aventura editorial. Recuperar y descubrir la mejor literatura universal contemporánea capaz de hacer una propuesta humana y, por ende, cristiana, o de dialogar con la propuesta cristiana. Y lo hace, en su sello Voz de Papel Premiun, de la mano de Miguel Ángel Blázquez, otro editor de lujo y ahora cronista avezado de las geografías del alma.
Vida y obra de Camus
En el catálogo de Voz de Papel Premium se anuncia una nueva edición del “Barioná el hijo del trueno”, aquella pieza que Sartre escribió para la Navidad del campo de concentración en la que el protagonismo lo tiene el compromiso existencial con Cristo que salva. O un Alfonso Basallo, que nos sintetiza a un G- K. Chesterton siempre conveniente y necesario, entre otras sorpresas.
Vayamos a las últimas palabras, a los últimos pensamientos, de Albert Camus, en un momento editorial en el que prolifera la reedición de Camus, o las obras sobre Camus con motivo de una efeméride permanente sobre su vida y su obra.
En esta primera novela de Miguel Ángel Blázquez, que describe las horas previas al trágico accidente ocurrido a la una y cincuenta y cinco minutos del mediodía del cuatro de enero de 1960, en el que falleció Albert Camus, nuestro autor, a través de una serie de coloquios, nos mete en el corazón de Camus, en la sede no solo de sus pasiones, que fueron muchas y muy acendradas, sino de su pensamiento.
Camus desnuda su alma
Estamos, al fin y al cabo, ante un libro en el que, a través de las conversaciones con su editor, Michell Gallimard, con la esposa de éste, Janine, o con su hija, Anne, Camus desnuda su alma. Y lo hace en la superficie de la batalla interior, de las luchas y contradicciones internas desde la expresión de sus pulsiones más acendradas.
Toda buena literatura sabe conjugar la verosimilitud con la verdad, los mundos reales con los mundos imaginados. Cuando Camus dice que “para aprender a amar debo reconocer y aceptar que soy amado y perdonado infinitamente” está en el principio y en la síntesis de su experiencia.
Conversaciones religiosas
¿Fue Howard Mumma, pastor de la Iglesia americana de Quai d´Orsay, el confidente de las conversaciones religiosas últimas más íntimas del último Camus? Un Camus, por cierto, sometido a la presión de quien ha sido elevado a los altares de la religión literaria con un Premio Nobel que le cambió la vida.
“Es como si existiera un amor infinito que recibo a través de las personas que me quieren, aunque yo no las sepa querer, y no puedo hacer nada por impedirlo. Esta es la imagen más aproximada que puedo tener de la presencia de ese Dios invisible en mi vida, aunque tengo muchas dudas y preguntas sin respuesta, como puede imaginar”, comenta Camus en un momento de esta novela.
No se trata de bautizar a Camus. Se trata, al fin y al cabo, de dialogar con él. Estamos ante un texto que demanda zambullirnos en la literatura de Camus-por otra parte tan oportuna para los tiempos que corren- y, también, en el periodismo de Camus y en su propuesta ética. No hace mucho, por cierto, leía los artículos de Camus en Combat, una delicia.
Entiendo que esta novela es un buen comienzo para compartir una conversión sobre lo importante de la vida. En Camus, y en nosotros.
La última palabra de Albert Camus
Voz de Papel Premium
Miguel Ángel Blázquez
Portada del libro.