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Lagos – La masacre en la iglesia de San Francisco Javier en Owo, Estado de Ondo , el domingo de Pentecostés, ha marcado una nueva etapa dramática en el deterioro de la seguridad en Nigeria y en el de la convivencia pacífica de las confesiones y grupos étnicos en el complejo mosaico de las poblaciones de la Federación.
El hecho de que los fieles de una iglesia católica hayan sido atacados tan brutalmente en un estado que, al menos hasta entonces, se había librado de la violencia por motivos religiosos, supone una nueva escalada en las acciones de los grupos armados que ahora parecen amenazar todo el territorio nigeriano.
Ya el atentado del 28 de marzo contra el tren Abuja-Kaduna en el centro de Nigeria había marcado un punto de inflexión en la ya grave situación de inseguridad en la que vive el país desde hace algunos años, aumentando la preocupación por el colapso de la…