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Annaba – Escribe san Agustín en el libro decimoquinto de su obra “La Ciudad de Dios”: “Quiso Dios que todos los hombres nacieran de un solo hombre para que no solo la naturaleza fuera común, sino también la relación de fraternidad entre todos, en una unidad concorde al vínculo de la paz”. Así el gran obispo de Hipona, teólogo y Padre de la Iglesia, conocido como Doctor Gratiae, ya a principios del siglo V cristiano anticipaba con el realismo de la fe el ideal de unidad entre los pueblos que brota naturalmente del gesto del Creador. Con el mismo realismo, Agustín señaló que esta aspiración sigue marcada por las consecuencias del pecado original, que siembran guerras y discordias en el corazón de los hombres y entre las naciones. En los tiempos actuales, envueltos en las sombras de nuevos “choques de civilizaciones”, puede ser fecundo y apasionante redescubrir…
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