Autor: Enrique García-Máiquez
Cuánto interés tendría un estudio del corrimiento demagógico en la cuestión del aborto. Empezó siendo una desgracia mayúscula que había que despenalizar sólo para evitar sumar mal al mal. Ha acabado siendo un derecho humano de la mujer (no del feto). Con que alguien sugiera que abortar está nada más que regular, ya es acusado ipso facto de fundamentalismo. La evolución del PP y sus votantes sirve de testigo de este desplazamiento. Al principio estuvieron en contra, luego en silencio, luego a favor de la ley de plazos y ahora Isabel Díaz Ayuso valida hasta lo de las niñas de 16 años. El mal menor crece y crece mientras sus votantes aplauden impertérritos, satisfechos de no haberse movido un ápice de sus firmes principios.
Algo parecido estamos viendo en lo referente a su obligatoriedad. Se usó el argumento de que sólo abortaba quien quería, obviando la voluntad de vivir…
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