Autor: José María Carrera
Era un día cualquiera de 1995 cuando la ginecóloga Patti Giebink recibió una llamada de Planned Parenthood, la filial abortista más grande de los Estados Unidos. La querían incorporar a la plantilla de Dakota del Sur para realizar abortos una vez por semana. En un principio, no vio problema.
“Estaba ayudando a dar a luz y al día siguiente iba a practicar abortos”, relata. Pero como ginecóloga, sabía perfectamente el trabajo que estaba realizando y, para hacerlo más llevadero, fue otra de las grandes impulsoras del eufemismo “conjunto de células” para referirse a los embriones.
“No podía permitirme pensar en eso como un ser humano único, como una vida, porque obviamente el siguiente hilo de pensamiento sería que estaba matando una vida”, confesó a The Life Institute.
Finalmente, no solo sucumbió al engaño del aborto, sino que de hecho comenzó a promoverlo mientras cerraba los ojos…