El ayuno es junto con la oración y la limosna uno de los pilares de la vida cristiana en los que se incide especialmente en Cuaresma. Su práctica como método de ascesis, mortificación y arma de combate espiritual se dan en la Iglesia desde sus mismos orígenes, con los 40 días de ayuno de Jesús en el desierto como el ejemplo más representativo.
También se describe en el Antiguo Testamento, cuando Esaú perdió su primogenitura al no ayunar (Génesis 25:30-34), cuando Samuel fue entregado a su madre cuando ella ayunó (1 Samuel 1:13-16) o en el heroísmo que Sansón logró mediante el ayuno (Jueces 13:4). Padres del desierto como San Juan Clímaco (siglos VI-VII) eran auténticos expertos prácticos en el ayuno, que definen como el acto de «violentar a la naturaleza, cercenar los deleites del gusto, mortificar la carne, librarse de los sueños».
Según la Iglesia, la ley del…
Autor: José María Carrera
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