A Santa Catalina de Siena Dios le concedió el poder ver una visión del estado de un alma llena de gracia santificante. Al contemplarla, esta gran santa cayó de rodillas, pues pensaba que era Dios mismo.
El padre Ed Broom recuerda en Catholic Exchange que la vida de gracia comienza en el momento del Bautismo. Las gracias que fluyen del Bautismo son extraordinarias, casi alucinantes y se producen milagros invisibles pero reales: “una relación íntima con la Santísima Trinidad, la infusión de las virtudes teologales, virtudes morales y dones del Espíritu Santo”.
Puesto que el mayor regalo que podemos tener es estar en gracia, los creyentes deben hacer todo lo que esté a su alcance para preservarla, crecer en ella y morir en estado de gracia. San Alfonso María de Ligorio, Doctor de la Iglesia, afirmaba que la gracia de todas las gracias es morir en estado de gracia.
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Autor: ReL
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