Mucha gente vive tomándose fotos, comentando lo grandiosa que es su vida, todo para causar envidia en los demás. Esto sólo demuestra que vivimos tiempos de falsa felicidad, con corazones vacíos que no logran encontrar tranquilidad. Así de triste se siente el Sagrado Corazón de Jesús, cuando le damos muestras de nuestra ingratitud.
Preferimos vivir pendientes de lo que hagan y digan los demás. Como resultado, no le dedicamos tiempo para honrarlo y mucho menos para agradecerle el infinito amor que nos tiene hasta el día de hoy. Por lo tanto, no debemos olvidar que esús es amor, y pese a nuestro comportamiento no nos abandona. Más bien nos brinda caminos para seguirle como es el Corazón Inmaculado de la Virgen María.
La hermana Lucina Youshimats es misionera laica de Nuestra Señora del Santísimo Sacramento. Ella nos explica como nuestra frialdad e ingratitud hacia Jesús, le afecta. Sobre todo porque Jesús también siente, también se indigna ante nuestro comportamiento, más aún si viene de personas que se habían consagrado a él.
Un mensaje lleno de amor
Jesús es misericordioso y siempre estará con nosotros, no nos abandonará a pesar de nuestro comportamiento. Sin embargo, él nos muestra caminos y nos dará oportunidades para acercarnos a él. Como resultado de la muestra de su amor, realiza revelaciones a Santa Margarita María, a quien le hace sentir el dolor que le produce nuestros desagradecimiento ante el sacrificio que hizo por nosotros para liberarnos del pecado. Aunque también le hace sentir su infinito amor hacia nosotros.
Como resultado, le pide celebrar en su honor, una fiesta de reflexión y arrepentimiento para nosotros, para que podamos volver por el camino del bien, nos referimos a la Fiesta del Sagrado Corazón de Jesús la cual se realiza cada primer viernes después de la octava de Corpus Christi.
Ciertamente podemos sentir su amor a través de la Eucaristía es el cuerpo de Jesús, que no es más que Jesús resucitado, quien nos permite el milagro que su imagen y semejanza se produzca en nosotros. Como resultado, viviremos el cielo en la Tierra, porque nos vuelve puros. como lo dice el Papa San Juan XXIII, ya que infunde amor incondicional en el corazón de todos nosotros. Por otro lado, San Juan Bosco y San Juan María Vianney también fueron creyentes del amor incondicional que Jesús nos demuestra a través de la Eucaristía. Del mismo modo, para el Concilio Vaticano II, la Eucaristía es la vida y obra de Jesús ofrecida al padre por nosotros.
En resumen, debemos tomar conciencia y no recibir el amor de Jesús sin antes estar confesados, arrepentirnos de corazón y dejar que la hostia se disuelva lentamente en nuestra boca cuando comulguemos. Durante este tiempo vamos interiorizando y reflexionando sobre el gran amor que estamos recibiendo.
Si quieres conocer más sobre el poder del amor de Jesús a través de la Eucaristía, te sugerimos buscar información sobre los Milagros Eucarísticos, los cuales han sido científicamente comprobados.
¿Felicidad virtual o vacío interior? La verdadera riqueza más allá de las apariencias
En los tiempos actuales, cada vez más personas se obsesionan con mostrar una vida perfecta a través de las redes sociales. Fotos impecables, comentarios alabando su supuesta «grandiosa» existencia, todo con el objetivo de generar envidia en los demás. Sin embargo, esta falsa apariencia de felicidad no hace más que revelar corazones vacíos que no han encontrado la verdadera paz interior.
Como nos explica la misionera laica Lucina Youshimats, esta actitud de ingratitud hacia Jesús le afecta profundamente. Él, que nos ama infinitamente y se sacrificó por nosotros, se siente herido cuando no le dedicamos el tiempo y la gratitud que merece.
No obstante, Jesús es misericordioso y siempre estará con nosotros, brindándonos oportunidades para acercarnos a Él. Una de estas oportunidades es la Fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, una celebración de reflexión y arrepentimiento que nos permite volver al camino del bien.
Además, en la Eucaristía podemos experimentar el amor incondicional de Jesús, quien nos transforma y nos devuelve a la pureza primigenia. Como afirmaron grandes santos como Juan XXIII, Juan Bosco y Juan María Vianney, la Eucaristía es el milagro de Jesús resucitado haciéndose presente entre nosotros.