El hecho de ser cristiano implica creer en los milagros, incluso la vida entera de Jesús estuvo llena de milagros, desde su concepción virginal hasta su resurrección y ascensión. Es decir, los milagros son reales, nos afirman la realidad de lo sobrenatural y nos garantizan la existencia de Dios.
Aunque hay que tener claro que la Iglesia no cree que cualquier cosa que sea difícil de explicar por la ciencia. Para que sea un milagro, debe tener un procedimiento muy estricto que analiza cada suceso para determinar su veracidad.
“Para que la cura se considere milagrosa, la enfermedad debe ser grave e imposible (o al menos muy difícil) de curar por medios humanos, y no estar en una fase en la que tienda a desaparecer pronto por sí misma. No debe haberse recibido ningún tratamiento médico o debe estar claro que el tratamiento recibido no tiene relación con la cura. La sanación debe ser espontánea, completa y permanente”. Por eso, el obispo local es la primera autoridad en investigar el milagro, creando un consejo de profesionales médicos que evaluarán el suceso y luego le informarán de los resultados.
Pueden que en casi todos los casos, el suceso no se verifique como milagro. Por ejemplo, “la Comisión Médica de Lourdes, aunque ha documentado más de 8.000 curaciones extraordinarias, solamente ha validado 70 de ellas”.
Existen 3 condiciones que son necesarias para que un hecho sea en realidad milagros:
- Debe caer bajo el dominio de los sentidos.
- Que el hecho supere las fuerzas de cualquier agente creado.
- Se debe reconocer a Dios por autor.
Para que el milagro exista como tal, es preciso que ese hecho sensible y contrario a las leyes de la Naturaleza sea producido por Dios. Esta condición se tendrá que hacer el examen del hecho en sí mismo, o bien el estudio de las circunstancias en medio de las cuales el hecho se produce.
Para que un milagro quede plenamente comprobado, basta únicamente establecer dos puntos:
- La existencia del hecho en sí.
- La naturaleza milagrosa del mismo.
La Oficina Médica de Lourdes, hace más de un siglo, ha registrado más de 7.000 curaciones “médicamente inexplicables”, siendo sólo 70 declarados por la Iglesia católica como “milagros”.
¿Cómo trabaja hoy la Oficina Médica de Lourdes?
El doctor Alessandro de Franciscis, está al frente de la Oficina de Constataciones Médicas desde hace 11 años. “Soy el único doctor al que la gente en realidad no necesita, porque vienen a mí cuando ya están curados”, bromea.
La gente acude a él para decirle que se han sanado repentinamente, pero no es suficiente para que sea un milagro. Los casos son repasados por muchos médicos, que revisan lo que ha sucedido con sus pacientes y con otros.
“En 2019 recibimos más de 4.000 profesionales médicos que pasaron un tiempo en Lourdes y nos informaron que estaban dispuestos a colaborar en el estudio, debate y enmiendas de informes de supuestas curaciones. Con este método colegial, hemos estudiado unos 7.500 casos desde la fundación de la Oficina, usando desde 1905 el mismo método que la Congregación para la Causa de los Santos”, explica De Franciscis.
Estos criterios son 7 y se exige que se cumplan los 7:
1) Hay que saber de qué enfermedad se trataba: es obligatorio tener un diagnóstico seguro.
2) La prognosis (la evolución que cabía esperar) era grave, no se recogen casos leves.
3) La cura debe haber sucedido de forma inesperada, sin signos premonitorios.
4) Se debe haber curado de manera inmediata.
5) El enfermo debe tener una cura debe completa.
6) Es estado de curación debe ser duradera: pasados años, la enfermedad sigue sin detectarse (por eso hay que esperar)
7) Finalmente, se plantea: “si tenemos todo lo anterior, ¿hay alguna posible explicación médica para la curación?”
Muchas veces es difícil reunirlos todos. “En algunos casos encontramos explicaciones, como con la enorme cantidad de gente que viene declarando que se ha curado de cáncer, y luego vemos que realizaron tratamientos de inmunoterapia, quimioterapia, radioterapia, etc…”, señala De Franciscis.
“Pero hay otros casos en los que podemos definir la cura como inexplicable según el conocimiento médico actual; básicamente, lo que llamamos en medicina académica ‘regresión espontánea de enfermedad severa’, cuando tenemos certeza de que la persona ha estado enferma de una enfermedad conocida y ha sido curada de una forma que no podemos explicar”. “Eso no significa que todas las demás curaciones y sanaciones que tienen lugar no puedan ser milagros, pero para que una sanación se declare oficialmente milagrosa, toda posible explicación científica debe haberse excluido”, explica.
“Creo que lo más espectacular aquí, es encontrar a seres humanos de distintas culturas, y continentes, con otros idiomas, y descubrir la riqueza de Nuestra Señora de Lourdes, y que sus vidas, independientemente de la cura, han cambiado. Porque es aquí en Lourdes donde han descubierto el amor maternal de María la Madre de Jesús”. “En mi experiencia, de alguna manera olvidamos [en la Iglesia] la poderosa mediación que Jesús puede dar, y la importancia de sacramentos como la Unción de los Enfermos; así que creo que Lourdes aún tiene mucho que enseñar, y puede seguir siendo un lugar en que los peregrinos enfermos se sientan bienvenidos, como invitados de honor”, añade.
Fuente: Cari Filli, Aleteia, Catholic Net