¿Puede un católico invertir en una compañía sin preguntarse si esta respeta la vida, la naturaleza humana o la dignidad y condiciones del trabajador? Según la Doctrina Social de la Iglesia, todo accionista tiene parte de responsabilidad en el rumbo ético de la empresa, pudiendo incluso participar activamente mediante su voto en las juntas. En Centesimus Annus, Juan Pablo II recordó que no es posible la separación de la actividad económica de los principios morales, ni en el momento de su desarrollo ni en el de su evaluación. Algo que, llevado a la práctica, puede ocasionar no pocas dudas en los accionistas y que Altum Faithful Investing pretende ayudar a resolver con su innovador servicio de Proxy Voting católico o voto delegado.
Autor: José María Carrera Hurtado
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