Hay un consenso internacional e interdenominacional: de Estados Unidos a Grecia, de España a Pakistán, de Francia a Egipto, de Costa Rica a Irak, católicos, ortodoxos, coptos, caldeos, pentecostales e incluso musulmanes, vieron con horror e indignación el espectáculo de la inauguración de los Juegos Olímpicos, que no solo les pareció torpe o zafio, abortista e ideológico, sino blasfemo y ofensivo contra Jesucristo y especialmente contra la Cena del Señor.
En el lugar donde Leonardo pintó a Jesús y sus santos apóstoles, que son la Iglesia, la organización parisina y su coreógrafo queer pusieron transexuales, drag queens, militantes lesbianas y adefesios con chuscas alusiones religiosas.
Enseguida salieron voces animando a la reparación tras la blasfemia.
Una de las primeras fue el obispo de Toulon (Francia), Dominique Rey, quien difundió por redes: «Fue un…
Autor: Pablo J. Ginés
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