Lo de París, como el resto de la cultura oficial, y lo de sus paraliturgias paganas y anticrísticas es ya pasado, un absurdo y un sinsentido que sólo expresa no ya la crisis y decadencia de Occidente sino su decrepitud, anuncio de su cercana muerte.
Su ceremonia de inauguración con la cabeza del becerro de oro, un caballero a caballo representando a la muerte y una parodia drag queen de Jesucristo en la ÚItima Cena no forman parte de una representación ni de una performance pintoresca, sino un rito cúltico del satanismo contemporáneo.
¿Qué tienen que ver estas imágenes y su contenido que desprecia lo santo, entroniza e invita a la idolatría e insulta a los cristianos, a la religión y a la raíces culturales de Europa y de Occidente, con las Olimpiadas o con la amistad entre los hombres y los pueblos?
Esta inauguración ha sido diseñada para escenificar icónicamente…
Autor: Álvaro Cárdenas
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